La prevención de riesgos laborales se ha convertido, en la actualidad, en el servicio de vigilancia por excelencia para conocer la salud de una empresa, conocer los riesgos, y utilizar las medidas adecuadas.
Una de las herramientas básicas de este servicio son los reconocimientos médicos laborales. Tras concertar una cita previa con el centro asignado de referencia, y una vez en clínica, se le asignarán una serie de documentos que el trabajador debe rellenar con sus datos personales.
Primer paso, el sedimento urinario y la antropometría
Una de las pruebas del análisis es el sedimento de orina. Para poder recoger esta muestra, le ofrecerán en el centro un frasco para poder recogerlo el mismo día que realizará el reconocimiento médico. Por el contrario, si lo prefiere, también puede traerlo ya hecho.
Las pruebas complementarias del reconocimiento médico, dependerán del lugar de trabajo y los riesgos que comporten para el trabajador en concreto. A nivel general, la primera fase con la enfermera especialista en el trabajo, constará de diversas pruebas complementarias, entre ellas, la antropometría, para conocer el Índice de Masa Corporal (IMC) ya que es importante para conocer uno de los ámbitos más esenciales en la vida rutinaria, como es la nutrición.
Segundo paso, electrocardiograma y análisis de sangre
Para la realización del electrocardiograma, es importante acudir a la revisión con ropa cómoda, ya que los electrodos irán colocados sobre el pecho, muñecas y tobillos. Es una prueba muy sencilla en la que los profesionales pueden comprobar si existe alguna anomalía cardiovascular.
Es importante cumplir el ayuno de un mínimo de cuatro horas para la realización de la extracción de sangre. La analítica consta de un perfil básico, y ofrece un número importante de parámetros analizados. Además, empresa y trabajador tienen a su disposición pruebas extra, como el antígeno prostático para los hombres, estudio de tiroides, etc., que se puede realizar en la misma analítica, siempre solicitándolo con la suficiente antelación.
Tercer paso, audiometría y espirometría
La audiometría permite hacer un estudio y conocer el estado de audición, factor muy valorable en determinados puestos de trabajo. Dentro de una cabina audiométrica y con cascos especiales para dicha prueba, conoceremos si existe algún trauma acústico y si es necesario comprobar y utilizar medidas de audición adecuadas.
También se puede conocer la capacidad pulmonar con la espirometría. Es importante realizarla correctamente en función de las instrucciones de la enfermera especialista para que el resultado sea valorable.
Por último, la visita a un médico especialista
La segunda fase de la revisión laboral, la realizará el médico especialista en medicina del trabajo, el cual realizará una anamnesis y exploración mucho más exhaustiva. La tensión arterial, la autoscopia para revisar los conductos auditivos, una auscultación torácica y, si fuese necesario, alguna prueba de carácter neurológico.
El test de visión permite conocer si es necesario introducir corrección, o en su contra, si la corrección óptica que ya lleva se adecua a sus necesidades. Aproximadamente, y en menos de una semana, se le enviarán los resultados de todas las pruebas complementarias realizadas.